jueves, 18 de abril de 2013

Don Arcadio González Cantero


Don Arcadio González es una de las figuras más importantes de la educación y la labor social de la iglesia en Torrelavega. Don Arcadio, como es recordado, nació en le pueblo palentino de Antigüedad, el 4 de marzo de 1888. En 1914 fue ordenado sacerdote, siendo destinado en Torrelavega en 1922. Murió en 1974, descansando sus restos en el antiguo cementerio de Geloria, en nuestra ciudad.
Nunca estuvo vinculado a ninguna institución ni parroquia, realizando una gran labor a través de su escuela, dedicada a la atención de muchachos humildes, muchos de los cuales llegaron a destacadas posiciones dentro de la jerarquía eclesiástica, y todos a labrarse un futuro gracias a sus enseñanzas.
Uno de sus más famosos alumnos fue el posterior alcalde de Torrelavega, ya fallecido, José Gutiérrez Portilla, quien, en el homenaje tributado al cura, en 1986 le apodo el título que aun se recuerda, “el maestro de los sin título”.
Su labor está vinculada a otros dos maestros de la ciudad, Salomón Calle Salam y su esposa Covadonga Fernández, con quienes fundó en la calle Joaquín Hoyos, frente a 'la fábrica de la luz', un colegio que llamaron del Sagrado Corazón y San Luis Gonzaga. Poco después se quedó solo en la escuela cuando el matrimonio se integró en la escuela pública.
El primer alumno que tuvo la escuela fue Ángel Muela Palacios, uno de los fundadores del Coro Ronda Gracilazo. Otro de sus conocidos discípulos sería Ernesto González de la Vega, director posterior de caja Cantabria y padre de un importante escultor local.
La escuela impartía, por siete pesetas al mes, clases desde parvulitos, hasta el instituto. Tras esa etapa pasaban a la universidad o entraban a trabajar en una empresa bajo su tutela.
Vivía en la calle Torreanaz con dos sobrinas, con las que vivió, incluso tras el cierre de su escuela en 1950, hasta su muerte.




Uno de sus alumnos, Gutiérrez Portilla fue quien, siendo alcalde, le dedicó esta calle, y el monolito que en ella existe, el 14 de junio de 1986. El monolito es obra de Jesús González de la Vega.
Junto al monolito, plantó un árbol el médico Germán Castellano Barca, en recuerdo de unos versos con los que don Arcadio había querido recordar a su padre, labrador, y su propia vida como maestro: «Imitando a mi padre/que, anciano, un plantel plantara/yo planté una viña de vidas humanas».

El perfil escultórico, que presenta un extraordinario parecido con el llorado Papa Woytila, ha quedado imbuido en esa desidia y suciedad que llega a tantos rincones de Torrelavega. Mejor pensar que sea eso que el hecho de que la sotana de don Arcadio haya querido ser borrada, a pesar de que su recuerdo queda en generaciones por vivencia y quienes no le conocieron, por relato.

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